»¡Dichoso aquel a quien Dios corrige!
Así que agradece la corrección del Todopoderoso.
Señor, ¡cuán dichosos son aquellos
a quienes corriges e instruyes en tu ley!
En tiempos difíciles les das tranquilidad,
mientras que para el impío se cava una fosa.
Antes de sufrir, yo andaba descarriado;
pero ahora obedezco tu palabra.
Me convino que me hayas castigado,
porque así pude aprender tus estatutos.
Hijo mío, no desdeñes la corrección del Señor;
no te sientas mal cuando te reprenda.
El Señor corrige al que ama
como lo hace el padre con su hijo amado.
pero si somos juzgados por el Señor, somos disciplinados por él, para que no seamos condenados con el mundo.
y ya han olvidado la exhortación que como a hijos se les dirige:
«Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
ni te desanimes cuando te reprenda;
Claro que ninguna disciplina nos pone alegres al momento de recibirla, sino más bien tristes; pero después de ser ejercitados en ella, nos produce un fruto apacible de justicia.