¶ He aquí, que bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto no menosprecies la corrección del Todopoderoso.
¶ Bienaventurado el varón a quien tú, JAH, corriges, y en tu ley lo instruyeres;
para hacerle descansar en los días de aflicción, entre tanto que se cava el hoyo para el impío.
Antes que fuera humillado, yo erraba; mas ahora tu dicho guardo.
Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos.
No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección;
porque el SEÑOR castiga al que ama y quiere, como el padre al hijo.
Mas siendo juzgados, somos castigados del Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
y estáis ya olvidados de la consolación que como con hijos habla con vosotros, (diciendo): Hijo mío, no menosprecies el castigo del Señor, ni desmayes cuando eres de él redargüido;
Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia a los que en él son ejercitados.