Su enojo dura solo un momento,
pero su bondad dura toda la vida.
Tal vez lloremos durante la noche,
pero en la mañana saltaremos de alegría.
¡Haz que los que siembran con lágrimas
cosechen entre gritos de alegría!
¡Que los que entre sollozos esparzan la semilla,
vuelvan alegres trayendo sus gavillas!
De nada sirve que ustedes madruguen,
y que se acuesten muy tarde,
si el pan que comen es pan de sufrimiento,
y el Señor da el sueño a los que él ama.
Un corazón alegre es la mejor medicina;
un ánimo triste deprime a todo el cuerpo.
El hijo necio pone triste a su padre
y le amarga la vida a su madre.
Y los redimidos del Señor volverán. Vendrán a Sión entre gritos de infinita alegría. Cada uno de ellos tendrá gozo y alegría, y desaparecerán el llanto y la tristeza.
»Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
La tristeza que proviene de Dios produce arrepentimiento para salvación, y de esta no hay que arrepentirse, pero la tristeza que proviene del mundo produce muerte.
Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir.»