El Señor será también baluarte para el oprimido,
Baluarte en tiempos de angustia.
En Ti pondrán su confianza los que conocen Tu nombre,
Porque Tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.
Y yo alarmado, decía:
«¡Cortado soy de delante de Tus ojos!».
Sin embargo, Tú oíste la voz de mis súplicas
Cuando a Ti clamaba.
Esfuércense, y aliéntese su corazón,
Todos ustedes que esperan en el Señor.
¿Por qué te desesperas, alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarlo otra vez
Por la salvación de Su presencia.
El Señor abre los ojos a los ciegos,
El Señor levanta a los caídos,
El Señor ama a los justos.
Fortalezcan las manos débiles
Y afiancen las rodillas vacilantes.
Digan a los de corazón tímido:
«Esfuércense, no teman,
Pues su Dios viene con venganza;
La retribución vendrá de Dios mismo,
Mas Él los salvará».
¿Quién hay entre ustedes que tema al Señor,
Que oiga la voz de Su siervo,
Que ande en tinieblas y no tenga luz?
Confíe en el nombre del Señor y apóyese en su Dios.
Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el Señor, “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza.
Ustedes me invocarán y vendrán a rogarme, y Yo los escucharé.
Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón.
Por tanto, fortalezcan las manos débiles y las rodillas que flaquean,
y hagan sendas derechas para sus pies, para que la pierna coja no se descoyunte, sino que se sane.