No andarás chismeando en tu pueblo. No te pondrás contra la sangre de tu prójimo. Yo soy el SEÑOR.

¶ Sin leña se apaga el fuego; y donde no hay chismoso, cesa la contienda.

El carbón para brasas, y la leña para el fuego; y el hombre rencilloso para encender contienda.

Las palabras del chismoso parecen blandas; mas ellas entran hasta lo secreto del vientre.

¶ Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios enardecidos y el corazón malo.

¶ El que odia disimula con sus labios; mas en su interior maquina engaño.

Cuando hablare amigablemente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su corazón.

Aunque su odio se encubre en el desierto; su malicia será descubierta en la congregación.

¶ El que cavare sima, caerá en ella; y el que revuelve la piedra, a él volverá.

¶ La falsa lengua aborrece al que atormenta; y la boca lisonjera hace resbaladero.

¶ Las palabras de la boca del sabio son gracia; mas los labios del loco lo echan a perder.

El comienzo de las palabras de su boca es locura; y el fin de su charla nocivo desvarío.

El loco multiplica palabras, y dice: no sabe el hombre lo que será; ¿y quién le hará saber lo que después de él será?

¶ Hermanos, no murmuréis los unos de los otros; el que murmura del hermano, y juzga a su hermano, este tal murmura de la Ley, y juzga a la Ley; y si tú juzgas a la Ley, no eres guardador de la Ley, sino juez.

Uno es el dador de la Ley, que puede salvar y perder, ¿quién eres tú que juzgas a otro?

Porque: El que quiere amar la vida, y ver los días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño;